lunes, 19 de mayo de 2008

Mi marido y yo

Contra lo que muchos puedan creer no es una declaración de bigamia, aunque pensándolo bien, puede ser.

Al igual que Platero, mi marido es pequeño, suave, tan blando por fuera que se diría todo de algodón.

Sé que no es algo alegre de decir, más bien es un poco vergonzoso, pero creo que ya rompimos el hielo como para abrir nuestras almas y develar esos secretos que guardamos en lo más profundo.

Así que inflo mi pecho de aire y lo digo a los cuatro vientos: “Yo no me puedo dormir si no tengo mi almohadita”.

Creo que fue mi mamá la que le empezó a llamar “Mi Marido” ante mi abrazo fiel e inclaudicable. Había sido la almohadita de mi cuna, y por esas cosas de la vida, me siguió acompañando cada noche, cada siesta y cada gripe a lo largo de todos estos años.

Ahora los psicólogos hablan de ponerles a los bebés en la cuna un muñeco de peluche como “objeto de transición”.
Por lo que deduzco dos cosas: una que éramos muy pobres y mi peluche fue mi almohadita; y dos, que a mí la transición me está durando bastante.

Allá los que se rían de mí, no me importa.
Lo único que me preocupa es que la acumulación de baba a través del tiempo (¡tampoco es para que pongan esa cara, o ahora nadie se babea cuando duerme, por favor!) pero bueno, les decía que casi 40 años de baba han dejado en mi adorada almohadita un aroma que no se va ni con Ariel cinco estrellas.

Así que me veo en la difícil decisión de cambiarle el relleno (el alma) o de optar por cambiarle el relleno y la funda interior (el alma y un lifting completo). La duda que me carcome es si seguirá siendo mi misma almohadita después de semejante cambio.
Lo peor de todo es que no puedo consultarlo con la almohada grande porque sé que el sólo hecho de que exista la chiquita la pone celosa.

A contramano de lo habitual que es mostrar lo mejor de nosotros mismos, yo ya hice mi confesión vergonzosa. Los que quieran pueden sincerarse contando ese detalle que es más personal que las huellas digitales.

sábado, 3 de mayo de 2008

¿ Obsesiva yo ?


Pero, por favor!
Eso sí, todos los que piensen eso de mí se ponen en una fila bien alineada!

No sé cuándo comenzó todo, quizá la semilla fue sembrada en la primaria con eso de “subrayen con regla, dejen un renglón y recién ahí pongan el día de la fecha”.

Si busco en mi memoria no hay un límite claro. No hay un meridiano de Greenwich entre que pasé de pensar en mi madre como una loca que enceraba el piso del patio al punto de fracturarse 4 veces a mí, que mientras me cepillo los dientes con la otra mano busco el trapito con el que limpio el espejo del baño. Porque, claro, la mina no puede cepillarse los dientes sin mirar si detrás de un premolar se enconde algo.

¿Cuando me dí cuenta de que algo andaba mal?
Empecé a sospechar algo cuando ví una serie que se llama “Monk” una especie de comedia de suspenso en donde el personaje es un detective obsesivo compulsivo. El tema es que Sil se destornillaba de la risa y yo la miraba con cara de: - ¿Qué tiene de gracioso? Es lógico, quizá exagera un poco con el tema de los gérmenes pero no es para tanto.

Nunca me había puesto a listar mis obsesiones y la verdad es que me dio un poco de cosa, realmente pensé que eran menos. Mis amigos se ríen y dicen que mi nivel de locura está apenas por encima de lo habitual.

Puede que a muchos les parezcan estupideces pero son mis creencias:

- Ni me hablen cuando un cuadro está torcido, hasta que no esté derecho mi mente no puede dejar de pensar en otra cosa.

- No soporto las pelotitas que se les hace a los pulóveres, y que mucha gente los siga usando cuando en la calle Florida por 5 $ te venden una depiladora de ropa.

- Me molesta que la ropa no combine y mucho más que los diseñadores de moda me quieran hacer creer que marrón chocolate y verde loro son colores que nacieron para estar juntos.

- No manejo por autopistas porque creo que se van a caer. De hecho ya pasó y claro después soy yo la loca.

- La asimetría, lo reconozco, me pone un poco nerviosa.

- Me molesta los que se enfocan sólo en lo general y dejan de lado los detalles – que obviamente para mí, lo son todo-.

- Me sacan de quicio los errores de ortografía.

- Creo fervientemente que la mejor lógica para un sándwich es: pan, mayonesa, lechuga (que queda adherida a la mayo con quien hace buena pareja) luego tomate, lo que vaya en el medio (carne, fiambre, etc) y después la otra mitad de pan con ketchup o salsa golf. Eso sí, si hay huevo se complica todo porque es muy resbaladizo. En ese caso pregúntenle a Francis.

- Odio a los taxistas, pero eso creo que le pasa a todo el mundo, incluso a ellos mismos porque cuando subís a un taxi aprovechan para hablarte mal de los otros.

Los que quieran pueden comentar qué cosas los obsesionan, yo por lo pronto voy a aprovechar que los chicos duermen y me voy a ordenar el placard.