jueves, 30 de octubre de 2008

True Story

Por confidencialidad la identidad de los participantes está resguardada.
Paciente deprimido y psiquiatra de estilo campechano y amigo, el diálogo es textual

Paciente: Lo que pasa es que me yo me quiero morir.
Psiquiatra: ¡Pero no me diga eso!

Moraleja: Para mejor amigo del hombre más vale un perro que un psiquiatra negador.

viernes, 24 de octubre de 2008

En ablande

No sé si serán mis antepasados árabes los que con su legendario talento mercantil me dictan todo el tiempo locas ideas desde el subconsciente, o es que soy yo así nomás, y en realidad mi trastorno tiene algún nombre psiquiátrico en latín de difícil pronunciación.

Están los que ven una necesidad y encuentran la manera de satisfacerla. Ponen en juego una creatividad sin límites que está en todos nosotros y la hacen obra.
Ese no es mi caso.
A mí, si bien se me ocurren ideas, tratar de empujarlas más allá del segundo instante en que nacen es algo que me da mucha pereza.

Infinidad de productos y/o servicios son añorados por mi mente - como por ejemplo- un chupete con rastreador de luces y/o sonido para encontrarlos cuando se pierden o un pañal con sensor de color en la cintura que se active al entrar en contacto con residuos sólidos, pero la añoranza también me dura poco.

Sin embargo, hay uno que vuelve de manera recurrente y hoy he decidido compartirlo con ustedes por si algún espíritu emprendedor decide llevarlo a la práctica.

Así como el vino necesita ser descorchado media hora antes de ser bebido para respirar, así como un risotto antes de ser servido, adquiere su verdadero fulgor reposando cinco minutos con la olla tapada, de la misma manera, la ropa interior adquiere su ajuste perfecto recién de un tiempo de ser usada.

No sé de slips o boxers, pero puedo asegurarles que tanto bombachas como corpiños cuando son recién comprados tienen una rigidez que requiere de un tiempo de “ablande”.

Las hay las que imperturbables soportan estoicamente ese período y están las impacientes como yo que a la media hora abdican y vuelven a la vieja bombacha. A esa un poco raída y descolorida, con el algodón ya medio translúcido pero que tiene un elástico amigo que se amolda perfectamente a mis curvas y no divide los michelines en pliegues que antes no estaban.

La misma que al ser vista en el tender por mi madre, es alzada despectivamente y mirada con destino de trapo de limpieza al decirme: - “No podés usar esto ¡!! Y si estando en la calle tenés un accidente, es un papelón ¡!! “
Jamás entendí a qué tipo de accidente se refería, pero supongo que si tengo alguno de gravedad, lo que menos me preocuparía es que alguien del SAME me vea la bombacha medio traqueteada.

Disculpen la digresión, vuelvo al tema que nos convoca.

Mi propuesta es la siguiente: la creación de un servicio que realice un maniquí a medida para que se pueda poner a estirar ahí la ropa interior que se quiera amoldar sin tener que sufrir las consecuencias en carne propia (nunca mejor usada esta frase).

Eso es todo.
Este es mi aporte a la humanidad. No será el descubrimiento de la penicilina, pero cada uno suma lo que puede, y yo te puedo asegurar que cuando te aprietan los interiores pocas cosas importan más.
Cedo generosamente los derechos de la idea con la sola retribución de algún día ver plasmado este sueño.

Gracias a todos.

Gracias a APTRA.

martes, 14 de octubre de 2008

Maestros de la palabra


Revisando ofertas de pañales para los chicos me encuentro con este producto.
Pregunto: - ¡Quién puede ser tan turro de ponerle "Plenitud" a una marca de pañales para adultos ?!
Si tuviera la necesidad de utilizarlos, más que plena, me sentiría para la mierda.
Literalmente.

viernes, 12 de septiembre de 2008

Ciclos


El jazmín del país que planté hace dos años a pesar de mí, está floreciendo.
Y digo a pesar de mí porque desde hace un año que a las plantas las riego poco, no les remuevo la tierra ni les pongo fertilizante. Ya no lucho con los yuyos, es más, la perseverancia que demuestran lejos de molestarse ya me produce una cierta admiración.
El conjunto de toda la situación está lejos de ser un paraíso jardineril pero la vida hace su curso, y en cada estación se baja con más puntualidad que los trenes del Sarmiento.

Ya no sé si los jazmines me gustan porque me gustan o porque me hacen acordar a mi hermana. El 7 de septiembre hubiera cumplido años, pero murió hace como 30 años, a los 25.
Yo por esa época tenía 9 y gracias a ella, a esa corta edad ya había conocido a Mafalda, a Neruda, a Serrat, y a tanta otra gente aún hoy me acompaña.
Por ella descubrí que la palabra crea mundos y que puede ser más poderosa que la fuerza.
Por ella entendí que por y a pesar de todo, como diría Prevert “hemos de ser felices, aunque más no sea para poner el ejemplo”.

Cuando murió, tenía miedo de que con el tiempo no pudiera recordar su cara y que efectivamente se me fuera yendo. Era chica, pero se ve que ya entendía que peor que la muerte era el olvido.
Hoy, me basta cerrar los ojos, para verla venir sonriendo con su bolso enorme, los jeans y los zuecos de madera, entrando apurada, cargada con los libros de medicina y los apuntes, y en el medio de todo ese tumulto de cosas, sostenido por apenas dos dedos, un ramito de jazmines.

A veces cuando la cabeza me va a mil y el cuerpo está agotado -no es una tarea simple criar trillizos - veo el jazmín y entiendo el perfumado mensaje: la vida sigue su curso. Un curso que es infinitamente más grande que yo y todavía más que mis preocupaciones.

No pude regar.

Ya lloverá, y si no, siempre está el rocío.

jueves, 21 de agosto de 2008

Cortocicuitos

No es que sea disléxica ni nada, pero a veces se me produce o un congestionamiento en la silla turca o bien un cortocicuito en la sinapsis cerebral que hace que confunda unas palabras con otras.

No es gran cosa, pero es molesto.
Por ejemplo siempre me confundo Sanchez de Bustamante con Tomás de Anchorena, suerte para mí que son calles que no quedan muy lejos entre sí, aunque últimamente le encaro derecho a Agüero cosa de partir la diferencia.

Lástima que hay veces que no soy la única en enterarse de mi problema y se producen situaciones equívocas como las siguientes.

Yo entrando a una de esas mueblerías de barrio. – Estoy buscando una mesa ratonera que no sea muy ancha.
Vendedor: - Mirá, yo te puedo vender una mesa ratona, ahora lo que vos hagas con la mesa es cosa tuya.

Yo llamando a la pizzería con el volante en la mano le pregunto al gallego que me atiende:
– ¿ Tenés calzón?
Del otro lado escucho un silencio incómodo y hasta puedo imaginar el gesto de levantar la cintura del pantalón para verificar la información que yo le estaba pidiendo. Vuelvo la mirada al volante y corrijo rápidamente – ¿Te decía si te quedó del calzone napolitano ?

Yo en “Todo Goma” averiguando por unos materiales para hacerles una colchoneta de juegos a los chicos, en un momento le digo al vendedor: - ¡ Ah y dame también una cucheta grande !
Cara absorta del muchacho que si bien vende artículos muy disímiles nunca una cama de goma, al ver dónde se dirige mi mirada me entrega una trincheta amarilla como quién piensa para sí: ¡Pobre chica!

Y así voy por la vida.
Riéndome de los que se jactan de llamar al pan, pan y al vino, vino.

miércoles, 30 de julio de 2008

Dudas Existenciales

Confieso que a muchas de ellas, las abandoné.
Son dudas a las que ya no les busco respuestas.

Son como los yuyos de las macetas de la terraza con los cuales me encariñé y ahora me da un no sé qué sacarlos. ¿Por qué quién determina qué es un yuyo y qué es una planta? ¿Cristina? ¿Y si se equivoca? Así que entre la duda y que no tengo mucho tiempo prefiero que la naturaleza, que seguro la tiene más clara, se encargue sola.

Pero volviendo al tema, mis dudas existenciales son pequeñas pero no por eso menos inquietantes. Y aunque para muchos mis preguntas no se alejen demasiado de las de un niño de cuatro años las comparto con ustedes por si alguien tiene alguna respuesta, o alguna duda más que todavía no me haya asaltado.

- ¿Por qué cada vez que pruebo la temperatura del agua de la ducha está bien y cuando me meto está a) congelada b) fría c) hirviendo como para pelar pollos?

- ¿Por qué las tostadas se queman en el exacto segundo posterior al que estaban absolutamente pálidas?

- ¿Por qué “humedad del 98% y frentes de viento frío” no hacen llover, pero “poner a lavar la ropa, las sábanas, frazadas y acolchados”, si?

- ¿Por qué cuando compro matambre el huevo queda siempre indefectiblemente unido a la feta que se ubica debajo y así sucesivamente?

- ¿Por qué cuando llamo me atienden esos sistemas por voz, con esos menús larguísimos, siempre me distraigo un segundo antes de que digan el número de la opción que me corresponde?

- ¿Por qué cuando agarro las series que me gustan empezadas son de esos capítulos que se basan en lo que pasó al principio?

- ¿Por qué cuándo bajo la ropa de invierno hace un calor inexplicable, y viceversa?

- ¿Por qué tienen que poner frente a mi domicilio una casa de repostería artesanal, justo ahora que tuve que abandonar los postres?

- ¿Por qué extraña razón los aparatos del hogar se confabulan para dejar de funcionar? Ejemplo: basta que el lavarropas deje de centrifugar para que a los dos días se queme el televisor y la video, se pinche el flexible del lavatorio del baño, se joda la termocupla del horno, le entre un virus a la computadora cuya solución sólo está en un foro de Indonesia y ahí me entere que lo del lavarropas era una estupidez por la que me cobraron $150.



PD: La imagen es del muñeco de Michelin, al que quiero casi tanto como al osito de Bimbo. En este dibujo se está preguntando si además de comprar buenos neumáticos no nos hará falta no levantar tanta velocidad o pisar un poco más el freno... Sí, soy intérprete de muñecos, y qué ?

viernes, 11 de julio de 2008

El mundo es de los valientes


Como decía en el post anterior, el pelo es un tema para mí.

Citando al filosofo tucumano Ortega podría describirse como un desastre universal, por lo que decidí tomar tijeras en el asunto.

Así es que me encaminé a la peluquería de acá la vuelta que tienen el corte a 10$ pero como fui el lunes me cobraron 8$ y le dije:
- Mirá, fijate que podés hacer con esto. Tenés total libertad con tal que no sea un corte carré ni tipo Sinnead O' Connor.

La peluquera se la bancó a puro tijeretazo y después de 30 minutos me dejó con un look totalmente renovado que no tiene nada que envidiarle a cualquier "fashion emergency"

Vuelvo a lucir mis rulos al viento.

La opinión general es favorable.

Ahora yo, me siento a mitad de camino entre Susú Pecoraro y Gino Vanelli.

Cómo puede ser que a las mujeres nos duela más un corte de pelo que una operación de meñiscos ?

sábado, 28 de junio de 2008

El antifrizz no funciona


Soy de la generación que en su infancia padeció los rulos. Esos ingratos que no sólo eran mal vistos sino que eran duros para someterse a trenza, colita y/o rodete: los peinados obligados de la escuela primaria.
Cuando era chica mi madre los mareaba de este a oeste con un método de tortura llamado “la toca”, de esa manera me alisaba los rulos y de paso me acomodaba las meninges.

Después vino la adolescencia y la juventud, y a Dios gracias los rulos empezaron a estar de moda.
Lástima que el único corte de pelo con el que mis queridos rizos se quedaban más o menos en el molde era el corte carré.
Carré corto, carré largo, siempre era el mismo corte. Lo usé así durante aaaaaaños, hasta el punto de creer que siempre mi cabeza exhibiría un modelo triangular tipo campana de iglesia.

Hace casi dos años me cansé y empecé a dejarme crecer el pelo. Ahora mis rulos están largos pero se encogen tanto que hasta parecen rastas.
Y es como un tango, una triste espera de tiempos mejores en los que el peluquero me dirá “ahora sí podemos elegir otro corte”.
Pero creo que no llego, que me pudrí en el medio, y que esta semana voy a la peluquería y le digo: - ¡Ma sí, haceme un corte carré y listo!!

Hasta tanto denuncio que con lo que he gastado durante todo este tiempo en: gel, biodop, savia/barro vegetal, mousse, aceite de almendras, cera para modelar y crema para peinar, tranquilamente me podría haber hecho un trasplante capilar de pelo lacio y llovido.

lunes, 9 de junio de 2008

Bancate ese defecto


Había una vieja publicidad que decía: “Un buen nombre es lo mejor que uno puede tener”, pero el aviso hacía caso omiso de la segunda parte de la reflexión que es que un mal nombre sino es lo peor, le pasa cerca.

Así y todo hay gente que es capaz de sobreponerse a todo. ¿Cómo? Con mucha actitud y haciendo frente a lo que venga, mostrando, exhibiendo incluso lo que otros ocultarían.

Así es la gente de Verga Hermanos, legendaria empresa de mudanzas de mi querido barrio de Almagro. Sus camiones, algunos monumentales, exhiben en grandes letras el apellido familiar sin más ni menos.

Lo mejor de todo es que no es de ahora, los muchachos tienen la mudadora y guardamuebles desde hace 107 años!!!
Así que no hablamos de uno o dos familiares, sino de generaciones de orgullosos Vergas desplegando su nombre a lo largo y a lo ancho de la ciudad y el país.
Son gente que ha ido a la escuela, algún club, que tienen amigos, conocidos y por qué no esposas y maridos.

Con respecto a este tema puntual hace poco una fuente fidedigna, me comentó que una de las hijas llamada Susana, estaba casada con un conocido empresario rosarino cuyo apellido es De Potro.
De manera que el nombre completo de esta chica había quedado como Susana Verga De Potro.
Un nombre que es un verdadero canto a la vitalidad y a la grandeza.

Yo por mi parte, cada vez que paso por la puerta, lo que es muy seguido porque vivo cerca, me veo tentada de tocarles el timbre y humildemente regalarles un eslogan.
Sería para mí un verdadero orgullo que lo usen y lo pinten en sus camiones.

Quedaría algo así como:
Verga hnos.
Más de un siglo llevando cualquier poronga con cuidado y dedicación

domingo, 1 de junio de 2008

Ser y estar no es lo mismo


No es que me hayan venido unas súbitas ganas de volcarme a la filosofía, el tema es mucho más simple.

Hay pruebas irrefutables de que estoy gorda, no con unos kilitos de más, no con sobrepeso: gorda.

Pero sucede que me resulta muy difícil asumirlo, a pesar de sentir las limitaciones que supone llevar más peso del que mi cuerpo tiene destinado. Puede parecer una locura pero la flaca que hubo en mí se apodera de mi imagen corporal aunque la balanza, la ropa y mi médico digan lo contrario.

Durante mucho tiempo fui flaca y se ve que me quedé ahí, en ese tiempo y con esa imagen.
Todo empezó con un trastorno hormonal, o sea que ni siquiera es que me morfo la vida. Por lo cual asumir que mi cuerpo no entendía de lógicas me desconcertó bastante, porque… cómo se explica que cuando comía bastante era flaca y cuando me cuidaba seguía gorda.

Una vez fui a un grupo de Alco y lo disolví. Al principio nos encontrábamos en el grupo y después nos íbamos a tomar un café y a seguir charlando, un día se hizo medio tarde y pedimos algo de comer. No pasaron dos semanas en las que al grupo iban sólo dos y el resto nos encontrábamos más tarde para cenar. Sí, lo confieso, soy un desastre para la comunidad obesa. Vengo a ser como la contracara de Andrea Politti.

A modo de ejemplo enumero algunas de las excusas que me decía:
Al principio: - “No estoy engordando, son estos guachos de la industria textil que están achicando los talles”
Al medio: - “Después de todo no está tan mal, porque dentro de todo, engordo parejo”
Al final: - “No soy gorda, estoy gorda, aunque todo es un tema de proporciones, porque la verdad es que me quedé petisa, ¿o no? Yo creo que si midiera dos metros ochenta mi índice de masa corporal daría igual al de Dolores Barreiro”

Así que estoy en problemas, tengo un estado de conciencia alterada. Voy por la vida actuando como flaca, en consecuencia alguna gente no me ve tan gorda, en consecuencia yo tampoco y así estoy… sumergida en un círculo vicioso de engañosas percepciones, como toda percepción.

lunes, 19 de mayo de 2008

Mi marido y yo

Contra lo que muchos puedan creer no es una declaración de bigamia, aunque pensándolo bien, puede ser.

Al igual que Platero, mi marido es pequeño, suave, tan blando por fuera que se diría todo de algodón.

Sé que no es algo alegre de decir, más bien es un poco vergonzoso, pero creo que ya rompimos el hielo como para abrir nuestras almas y develar esos secretos que guardamos en lo más profundo.

Así que inflo mi pecho de aire y lo digo a los cuatro vientos: “Yo no me puedo dormir si no tengo mi almohadita”.

Creo que fue mi mamá la que le empezó a llamar “Mi Marido” ante mi abrazo fiel e inclaudicable. Había sido la almohadita de mi cuna, y por esas cosas de la vida, me siguió acompañando cada noche, cada siesta y cada gripe a lo largo de todos estos años.

Ahora los psicólogos hablan de ponerles a los bebés en la cuna un muñeco de peluche como “objeto de transición”.
Por lo que deduzco dos cosas: una que éramos muy pobres y mi peluche fue mi almohadita; y dos, que a mí la transición me está durando bastante.

Allá los que se rían de mí, no me importa.
Lo único que me preocupa es que la acumulación de baba a través del tiempo (¡tampoco es para que pongan esa cara, o ahora nadie se babea cuando duerme, por favor!) pero bueno, les decía que casi 40 años de baba han dejado en mi adorada almohadita un aroma que no se va ni con Ariel cinco estrellas.

Así que me veo en la difícil decisión de cambiarle el relleno (el alma) o de optar por cambiarle el relleno y la funda interior (el alma y un lifting completo). La duda que me carcome es si seguirá siendo mi misma almohadita después de semejante cambio.
Lo peor de todo es que no puedo consultarlo con la almohada grande porque sé que el sólo hecho de que exista la chiquita la pone celosa.

A contramano de lo habitual que es mostrar lo mejor de nosotros mismos, yo ya hice mi confesión vergonzosa. Los que quieran pueden sincerarse contando ese detalle que es más personal que las huellas digitales.

sábado, 3 de mayo de 2008

¿ Obsesiva yo ?


Pero, por favor!
Eso sí, todos los que piensen eso de mí se ponen en una fila bien alineada!

No sé cuándo comenzó todo, quizá la semilla fue sembrada en la primaria con eso de “subrayen con regla, dejen un renglón y recién ahí pongan el día de la fecha”.

Si busco en mi memoria no hay un límite claro. No hay un meridiano de Greenwich entre que pasé de pensar en mi madre como una loca que enceraba el piso del patio al punto de fracturarse 4 veces a mí, que mientras me cepillo los dientes con la otra mano busco el trapito con el que limpio el espejo del baño. Porque, claro, la mina no puede cepillarse los dientes sin mirar si detrás de un premolar se enconde algo.

¿Cuando me dí cuenta de que algo andaba mal?
Empecé a sospechar algo cuando ví una serie que se llama “Monk” una especie de comedia de suspenso en donde el personaje es un detective obsesivo compulsivo. El tema es que Sil se destornillaba de la risa y yo la miraba con cara de: - ¿Qué tiene de gracioso? Es lógico, quizá exagera un poco con el tema de los gérmenes pero no es para tanto.

Nunca me había puesto a listar mis obsesiones y la verdad es que me dio un poco de cosa, realmente pensé que eran menos. Mis amigos se ríen y dicen que mi nivel de locura está apenas por encima de lo habitual.

Puede que a muchos les parezcan estupideces pero son mis creencias:

- Ni me hablen cuando un cuadro está torcido, hasta que no esté derecho mi mente no puede dejar de pensar en otra cosa.

- No soporto las pelotitas que se les hace a los pulóveres, y que mucha gente los siga usando cuando en la calle Florida por 5 $ te venden una depiladora de ropa.

- Me molesta que la ropa no combine y mucho más que los diseñadores de moda me quieran hacer creer que marrón chocolate y verde loro son colores que nacieron para estar juntos.

- No manejo por autopistas porque creo que se van a caer. De hecho ya pasó y claro después soy yo la loca.

- La asimetría, lo reconozco, me pone un poco nerviosa.

- Me molesta los que se enfocan sólo en lo general y dejan de lado los detalles – que obviamente para mí, lo son todo-.

- Me sacan de quicio los errores de ortografía.

- Creo fervientemente que la mejor lógica para un sándwich es: pan, mayonesa, lechuga (que queda adherida a la mayo con quien hace buena pareja) luego tomate, lo que vaya en el medio (carne, fiambre, etc) y después la otra mitad de pan con ketchup o salsa golf. Eso sí, si hay huevo se complica todo porque es muy resbaladizo. En ese caso pregúntenle a Francis.

- Odio a los taxistas, pero eso creo que le pasa a todo el mundo, incluso a ellos mismos porque cuando subís a un taxi aprovechan para hablarte mal de los otros.

Los que quieran pueden comentar qué cosas los obsesionan, yo por lo pronto voy a aprovechar que los chicos duermen y me voy a ordenar el placard.

jueves, 17 de abril de 2008

Welcome to the Jaguar House


Debo reconocer que últimamente mis fuentes de sabiduría son cada vez más heterodoxas.

El otro día viendo el Canal Gourmet, lo engancho a Francis Mallman. Estaba en una carpa en el medio del campo que tenía hasta una biblioteca ! Pero eso sí, garrafa de gas no había llevado por eso cocinaba un postre sólo con brasas.

Hasta que en un momento, justo cuando el eximio cocinero se disponía a romper una docena de huevos separando las claras para hacer una isla flotante, escupe esta indómita verdad:

- "Esto parece una tarea simple pero no lo es. Mi recomendación es que lo que sea dificultoso para que salga bien, se debe tomar con un cierto descuido, hasta con un poco de desdén."

Qué tal ! Así que siguiendo el consejo de Francis, publico el primer post de este blog como quien se dedica a hacer otra cosa y mientras silba bajito.